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martes, 27 de abril de 2010

Un viejo e-mail: A propósito del golpismo latinoamericano:


Si hubiera habido unas faldas, me podría haber metido debajo, sin embargo el único refugio que encontré fue el recoveco entre la mesa y el piso; los vidrios caían de las ventanas, no solté mi libro y tomé la chamarra cautelosamente. 
En un inicio pensé que eran balas y por primera vez en mi vida me sentí vapuleado, no sabía como reaccionar y los demás comensales comenzaron a correr a las escaleras; un mesero me vio y gritó alarmado: “señor muévase para acá, venga rápido.” Fue en ese momento que me paré y vi a jóvenes que con paliacates enredados en la cara aventaban piedras a los vidrios que aún no se rompían. Eran cientos con paliacates y además traían banderines. Yo estaba junto a una de las ventanas.
 Un hombre tomaba con una mano una silla que la usaba como escudo; con la otra, una bebida. En eso la multitud se acercó más al lugar y las personas comenzamos a correr hacia el segundo piso. Dos meseros fueron hacia unos metros de donde estaba mi mesa e intentaron tomar el televisor: acababa de ser el partido Boca contra Atlas, de la Libertadores. No sé cómo -pero con muchos huevos-  vi a los meseros subir el televisor. 
Afuera se oían gritos; adentro un silencio fúnebre se alimentaba con las luces apagadas y una mujer que estaba a mi lado dijo: llamen a la policía y al instante recitó un número de memoria. No era algo así como el 060 o 911, era más largo y se lo sabía de memoria, en ese momento sentí más pánico; no sé por qué pensé que eso era un signo de inseguridad mayor a lo que había estado acostumbrado.
Un minuto después, cuando yo le preguntaba a uno de los meseros si había una salida alternativa y él me miraba con cara de no mames, y entonces yo exploraba la posibilidad de brincar desde el segundo piso, otra mujer se sentaba en una esquina en el suelo y sacaba su celular y escuché que dijo, “si hermanito son los de la “…” –la palabra se borró de mi mente- están apedreando El Ciudad creo que quieren entrar, manda a un camarógrafo para que los grabe.” 
¡Grandioso! Pensé, ahora nada más falta que un ímbecil con una cámara nos salve de ser descalabrados por un grupo de bestias. En eso un hombre de pelo largo se acercó a aquella mujer y le dijo: “¿cómo es posible que seamos periodistas, vengamos de la marcha y no tengamos una cámara?”
En ese momento un señor de unos cincuenta años dijo “y estos son los que quieren cambiar a Bolivia”, refiriéndose a los de los paliacates y después dijo “ya se van, ya ve, creo que el problema es que este café es del ministro”. Entonces yo voltee y le dije “ah sí, ¿y quien se lo quiere chingar?” y en eso pensé que mis palabras eran muy agresivas y le dije “es que soy mexicano y no entiendo nada de lo que pasa aquí”. Entonces me explicó: “ah no, es que es la oposición”.
En eso, ya había patrullas afuera y unos policías motociclistas con armas largas y un camarógrafo: todos ya estaban allí- El camarógrafo, no sé si era el amigo de la chava aquella, pero ahí estaba. En eso queriendo aclarar mis dudas me acerqué a los periodistas y les pregunté “¿son de prensa escrita?” y él la vio a ella y dijeron que sí. Después me invitaron a sentarme con ellos.
Me explicaron todo. Y cuando digo todo son todos los problemas de Bolivia. Debo dejar en claro que, a pesar de no conocer nada, no estaba de acuerdo con lo que decían. Pertenecían a La Prensa, cuando escuché eso se me vino a la mente el periódico mexicano, sentí escalofríos y vi cabezas rodar por todas partes. 
Su explicación puede ser resumida en la imagen que me pintaron de La Paz: –la Paz está compuesta por tres clases sociales, la clase alta que vive abajo –hacían referencia a la orografía- en el sur y después el centro, que es en donde estamos, donde habita la gente de clase media y conforme caminas hacia arriba: la pobreza brota. Los de abajo explotan a los de arriba; los de abajo viven en una burbuja, viven en un Sueño. La clase media no entiende nada, toda ella es una clase ignorante, están con la oposición y esta pobre gente, tiene más validez por aventar una piedra, que la clase media que va a un mitin y dice huevadas que ni cree: les da pena y coraje que un indio sea el presidente de este País; les da coraje que Evo ayude al indígena y se olvide de ellos. Después de todo, los indígenas ya han estado olvidados y ahora pues le toca a la clase media ser la olvidada.–
Estoy en desacuerdo, no dudo y el problema sea de distribución ni tampoco dudo que los indígenas han estado oprimidos durante siglos, pero el “Ojo por Ojo” es un lema que, si acaso funcionó, fue en Babilonia, hoy no existe ningún Nabucodonosor que lo haga funcionar; una prensa manejada por gente que llama al golpismo está condenada a naufragar.
Cuando me preguntaron que hacía, me rehusé a explicar,  pensé que me echarían a pedradas del lugar. Entonces retomé la charla y le pregunté: entonces, ¿lo que estas diciendo es que este lugar es de gente de derecha y los que están apedreando es gente de Evo?  “sí, así es”. No aguanté y dije, que absurdo eso sólo puede pasar en países latinoamericanos, ¿cómo un presidente envía a la gente a protestar y a colmar la paz pública? Un presidente que ve blanco y negro, buenos y malos: el maniqueísmo de la izquierda latinoamericana nos tiene refundidos. En todo caso, no sé si Evo los mandó, lo que sí y más preocupante es que un periodista vea así la realidad, con tan pocos matices.
Disculpen las molestias que este mail les ocasiona. Pero bueno estoy vivo y esta ciudad es una locura. En frente de mi hotel hay un bar cubano, creo que voy por un mojito.
¡Salud!

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