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domingo, 18 de abril de 2010

La explicación del Sin Nombre

Todos, al poco tiempo de nacer, tenemos un nombre: así sucede con lo que rodea al ser humano. Éste lo nombra y, sólo entonces, aquello existe. El acto de nombrar es un acto humano por excelencia.


El título de este espacio busca encerrar la expresión de lo humano. Sus contenidos no serán algo terminado, ni reflexiones acabadas, son en sí un deseo de encuentro, un dejarse ir; son una búsqueda de esa humanidad. Quiero encontrar un diálogo, una reflexión y espero en esta pequeña ventana poder lograrlos.


El inconsciente es la horma del acto cultural; acto que algunos confunden con el instinto, con lo natural. Sin embargo, dicha horma, al proclamarse como la insignia de la humanidad, es la base de la diferencia: en ella se tejen la trama y la urdimbre del tiempo y del espacio humanos. Quiero hacer de este un espacio en el que el inconsciente encuentre un camino. En él intentaré no retenerme a reflexionar, a pensar el qué dirán y simplemente me expresaré tal cual soy. Mis pensamientos, no serán en tal caso, puros como el diamante, eso sería una búsqueda arrogante e inhumana para un espacio así. Serán, por el contrario, axis de confusión, serán el entrecruce de mis intolerancias, serán la puerta en donde salen mis fantasmas.

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